Predela del retablo de de Santo Domingo de Fiesole, pintado por Fra Angelico (1423-24). Se encuentra hoy en la National Gallery de Londres. Témpera y oro sobre tabla, 32 x 63,5 cm.

Halloween versus Vísperas de los Difuntos

No quería adentrarme en el debate de la fiesta de Halloween, que nos acompaña como ruido de fondo desde hace años. Mi intención era dejarlo así, como un murmullo que se ignora, pues hay ruidos que, si se les presta atención, molestan y perturban.

Sin embargo, no pocos padres del colegio me han preguntado: «¿Qué hago con mis hijos en esta fiesta?» El día en que la Iglesia celebra la Solemnidad de Todos los Santos y se prepara para orar y ganar indulgencias por los difuntos, al mismo tiempo, la sociedad y el barrio se disponen a disfrazarse, reírse y creerse capaces, por una noche, de vencer sus miedos y temores ante la muerte. Por estos padres y sus hijos, alumnos de nuestro colegio, escribo las siguientes palabras.

Desde el inicio, voy a condensar mi opinión al respecto: la fiesta de Halloween nos distrae de lo importante, pervierte la verdad sobre la muerte y la vida eterna, y nos introduce en un ámbito lleno de peligros oscuros y malignos. Vayamos paso a paso.

1. Halloween: Una Distracción

Cada año, al acercarse el final de octubre, las calles se llenan de calabazas, disfraces y calaveras sonrientes. Academias, colegios, escaparates, películas y dibujos animados inundan la imaginación de nuestros niños y jóvenes, invitándoles a disfrazarse, gastar bromas y comprar cientos de objetos para sumergirse en lo oscuro, feo y macabro.

Halloween se presenta como una oportunidad para reírse de nuestros miedos, afrontar lo que nos aterra y tener un momento de diversión. Es una oferta que, como una manzana apetitosa, nos hace olvidar nuestra verdadera ocupación como cristianos para entregarnos a esta nueva costumbre.

¿Quién tiene el pensamiento y la voluntad, en estos días de Halloween, ocupados en contemplar el gozo y los frutos que han ganado los santos con su vida virtuosa y heroica? ¿Qué niño, joven o adulto recuerda, mientras compra su disfraz, la urgencia de amar a los difuntos ganando indulgencias aplicables a sus almas? ¿Quién les recuerda, en estos días de disfraces, la necesidad de confesarse, visitar el cementerio, orar por los difuntos y pedir por las intenciones del Santo Padre? ¿Dónde se anuncia y explica esta obligación de todo católico en estos primeros días de noviembre?

2. Halloween: Una Perversión

Quizá algún ingenuo, o experto en ser ambivalente, llegue a pensar y defender que se pueden celebrar ambas fiestas sin ningún problema: por la mañana se dedica uno a rezar por los difuntos y por la tarde a reírse de ellos. Esta es la segunda reflexión que quiero ofrecer: Halloween no solo distrae al católico, sino que lo pervierte.

¿En qué sentido Halloween pervierte la auténtica fiesta cristiana de los difuntos?

De la esperanza a la oscuridad

La Iglesia celebra el 1 de noviembre la Solemnidad de Todos los Santos, y el 2 de noviembre, la Conmemoración de los Fieles Difuntos. Son días para recordar con amor a quienes ya partieron y para afirmar nuestra fe en la vida eterna. La muerte, en la fe cristiana, no es el final, sino el paso hacia la plenitud en Dios.

Halloween, sin embargo, ha ido invirtiendo ese sentido. Lo que era «La víspera de Todos los Santos» (All Hallows’ Eve), se ha convertido en una fiesta donde la muerte se banaliza o incluso se celebra. Los símbolos de esperanza se transforman en símbolos de miedo. El misterio se cambia por espectáculo.

De la oración a la parodia

Encender una vela por un difunto, visitar un cementerio o rezar por las almas son gestos de amor y comunión. En Halloween, esos mismos signos —calaveras, tumbas, fantasmas— se usan para jugar al miedo o burlarse del más allá. Así, se pervierte el símbolo: la tumba deja de ser un lugar de oración para ser decoración. La calavera, que recordaba la brevedad de la vida, se convierte en un adorno o maquillaje. Lo que antes movía a conversión, hoy apenas provoca risa o indiferencia.

De la reverencia al consumo

La memoria de los difuntos siempre ha tenido un carácter de reverencia y respeto. Halloween, en cambio, se ha convertido en una industria del miedo y el consumo: disfraces, dulces, películas, fiestas. La muerte, el mal y lo oscuro se convierten en mercancía. Y lo que debía ser un momento de recogimiento y fe, se transforma en un espectáculo comercial sin trascendencia.

Del misterio de Dios al vacío espiritual

En el fondo, lo que está en juego no es solo una fiesta, sino una visión del mundo. La conmemoración cristiana de los difuntos nos abre al misterio de Dios, a la comunión de los santos, al amor que no muere. Halloween, en su versión secular, cierra el acceso al misterio, quedándose en la superficie, en la caricatura de lo espiritual, o incluso coqueteando con lo oculto.

Halloween 2019: una invasión de muertos vivientes, en la Marcha Zombie de Alcalá de Henares, publicada en Dream! Alcalá

3. Halloween: Un Jardín lleno de Peligros

Es este el tercer paso que debemos dar, aun con el riesgo de ser tildado de exagerado. Halloween es una costumbre que corrompe nuestra fe y, además, abre nuestra curiosidad, pensamiento y acciones a lo oculto, esotérico y demoniaco.

Para comprender la gravedad que muchos ven en esta celebración, es crucial escuchar dos posturas que están en los extremos:

Lo que defienden los grupos ocultistas y el ámbito demoniaco:

Quienes participan o promueven cultos oscuros suelen reivindicar la noche de Halloween (la víspera del 1 de noviembre) como su festividad más importante, el Samhain, el «Año Nuevo» de la brujería. Para estos grupos, la fecha no es un juego, sino el momento en que la barrera entre el mundo de los vivos y los muertos (o el mundo espiritual) está más abierta. En ese día, hay «energías» que los vivos pueden aprovechar en su propio beneficio, con ritos, invocaciones y prácticas esotéricas. Desde esta perspectiva, la creciente popularidad de Halloween, con sus símbolos de muerte y oscuridad, no es vista como una casualidad inofensiva, sino como una manera de normalizar y popularizar la fascinación por el ocultismo.

Lo que dicen los exorcistas de la Iglesia Católica:

Los exorcistas, por su experiencia directa con el mal, han emitido reiteradas advertencias sobre esta celebración. Su postura se centra en dos puntos clave:

La Puerta de Entrada a lo Oculto: Coinciden con el análisis anterior en que la fiesta, por su origen pagano y su enfoque actual en lo macabro, la muerte y los demonios, puede ser una puerta de entrada para la curiosidad por el esoterismo, el satanismo o el ocultismo, especialmente entre los jóvenes.

Riesgo Espiritual: Sostienen que el juego, el disfraz o la burla a los símbolos del mal pueden llevar a una banalización de la realidad demoniaca. Al considerar lo oscuro como un simple entretenimiento, se debilita la vigilancia espiritual y la conciencia del peligro real que existe ante lo demoniaco.

Por lo tanto, mientras la gente ve diversión y consumo, tanto los promotores del ocultismo como los ministros de la Iglesia que combaten el mal coinciden en que la noche de Halloween es una fecha cargada de un significado espiritual que va mucho más allá de un simple disfraz. La recomendación de los exorcistas suele ser clara: evitar cualquier participación en esta festividad y, en su lugar, centrarse en la vida de los santos, la oración, la veneración de los santos y el rezo por los fieles difuntos.

* Para leer más al respecto: Associazione Internazionale Esorcisti en español

Niño rezando en un cementerio. Imagen tomada de la red.

4. Halloween y nuestros hijos: cómo educar la fe en medio de la oscuridad

Llegados a este punto, nos podemos preguntar: ¿Qué hacemos con esto? ¿Dejamos que participen nuestros hijos en estas fiestas? ¿Nos oponemos del todo? ¿Hay alguna manera de educar la fe sin aislarlos del mundo?

La respuesta no está en el miedo ni en la condena, sino en recuperar el verdadero sentido de estas fechas.

Recuperar el sentido cristiano de estos días

La fiesta cristiana que celebramos el 1 de noviembre: Todos los Santos y el 2 de noviembre, la Conmemoración de los Fieles Difuntos son dos días profundamente hermosos:

  • Enseñamos a nuestros hijos que la vida eterna es nuestra verdadera esperanza.
  • Hablamos a nuestros hijos sobre el valor de nuestra vida, el juicio divino y la repercusión eterna de nuestros actos, la llamada de Jesús a ir al cielo, la terrible posibilidad del infierno y la existencia del purgatorio.
  • Recordamos a quienes amamos y ya partieron para pedir y ganar indulgencias para ellos. Es un acto de amor hacia los difuntos y las almas del purgatorio.
  • Afirmamos que la muerte no tiene la última palabra.
Educar en el discernimiento

No se trata de que nuestros hijos rechacen a quienes celebran Halloween y que eviten juntarse con ellos, pues eso faltaría a la caridad que debemos a todos. Tampoco se trata de transmitirles juicios condenatorios ni miedos exagerados ante toda la «estética de Halloween».

Se trata, más bien, de:

  • Ayudar a nuestros hijos a comprender que viven junto a personas que no comparten nuestra fe.
  • Enseñarles a vivir guiados por la fe que tenemos en casa, no por lo que dicte la mayoría.
  • Hacerles comprensible el mundo en el que viven, con sus aspectos buenos y malos, pero también la fe que profesamos, para que puedan amarla y seguirla con convicción; si nosotros no lo hacemos en casa, nadie lo hará.
  • Acostumbrar a nuestros hijos a vivir en una sociedad que ya no es católica y, por tanto, a saber elegir y rechazar todo aquello que nos impide vivir conforme a lo que somos.

Para esto, es muy importante hablar mucho con nuestros hijos, les podemos preguntar:

  • ¿Qué celebramos realmente estos días?
  • ¿Qué sentido tiene recordar a los santos y a nuestros difuntos?
  • ¿Por qué no necesitamos asustarnos de la muerte, sino confiar en Jesús?
  • ¿Por qué visitamos en estos días los cementerios, con qué finalidad?
Proponer alternativas luminosas

Educar en la fe no es solo decir “no”, sino ofrecer caminos mejores. Algunas ideas:

  • Hacer una “Fiesta de Todos los Santos”, donde los niños se vistan de su santo favorito.
  • Contar la vida de algún santo a nuestros hijos, visitar lugares donde pasó su vida el santo, ver alguna película sobre el santo etc.
  • Participar en vigilias o misas por los difuntos.
  • Visitar juntos el cementerio y rezar por familiares fallecidos.
  • Encender una vela en casa y recordar con cariño a quienes ya están con Dios.
  • Explicar a los niños el sentido de las indulgencias y enseñar a ganarlas en estos días.

Aprovechemos estos días para hablar del cielo, del amor de Dios y de la comunión de los santos. Nuestra fe nos enseña a mirar la muerte con serenidad y esperanza. Cristo ha vencido a la muerte, y en Él, la muerte no da miedo: se transforma en puerta de vida. Nuestros hijos necesitan escuchar eso mucho más que cualquier disfraz o historia de terror.

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